jueves, 23 de octubre de 2008

Satélite Simón Bolívar: Soberanía tecnológica con sentido social


Caracas, 21 Ago. ABN.- Quienes participan en la materialización de lo que hasta hace pocos años era sólo un proyecto, hoy convertido en hecho, lo definen como un instrumento definitivo para la inclusión de comunidades aisladas y un importante ahorro para el Estado en materia de telecomunicaciones.

Dicen que el tema espacial es complejo, más para quienes nunca han incursionado en la materia. Venezuela no se intimidó por este supuesto, y de la mano con la República China, puso en marcha el primero de muchos proyectos que irán llenando su currículo espacial: la creación del Satélite Simón Bolívar.

La iniciativa responde a la necesidad de alcanzar una verdadera independencia y soberanía tecnológica que garantice a Venezuela la posibilidad de contar con un dispositivo satelital eficiente y totalmente propio.

En función del grado de complejidad de los proyectos a ejecutar vía satélite, variarán los niveles de interacción que ofrece esta herramienta tecnológica. La plataforma estará en unos meses disponible, y los sistemas más sofisticados en materia de telecomunicaciones estarán al alcance de todos los venezolanos, sin distingo social ni impedimento geográfico.

Conectividad que acortará distancias en territorio nacional, soberanía que dará mejor presencia al Estado en cada rincón del país. Un total de 241 millones de dólares invertidos y la determinante cooperación china harán posible este escenario.


Cinco años de gestación

Desde que el jefe de Estado, Hugo Chávez Frías, llegó a la Presidencia, anunció que el país iba a iniciarse en el desarrollo de actividades espaciales.

En el año 2002 comenzaron las conversaciones en búsqueda de cooperación internacional, pero fue en el 2003 cuando se hizo efectivo un convenio con la República China, país que no sólo ofreció transferencia tecnológica sino la posibilidad real de ensamblar nuestro primer satélite de telecomunicaciones.

En ese mismo momento comenzaron a elaborarse los esquemas de ejecución y se hizo necesaria la creación de una institución encargada que, primeramente, se denominó Centro Espacial Venezolano (CEV). Más adelante, los requerimientos crecieron y el organismo pasó a llamarse Agencia Bolivariana para Actividades Espaciales (Abae).

Fue así como a finales de 2006 se dio inicio al Programa Venesat-1 y como parte de éste comenzó a construirse el satélite Simón Bolívar, hoy prácticamente a punto para su lanzamiento luego de numerosas pruebas y controles. Si las condiciones atmosféricas son las indicadas, el próximo 1 de noviembre estará en el espacio.

No obstante, el satélite no es lo único que ocupa actualmente la agenda de la Abae. Otros convenios internacionales con India, Argentina, Brasil, Uruguay, Francia y China, este último principal aliado en materia espacial, son parte de las tareas que acomete, siempre con dos objetivos claros: intercambio tecnológico y capacitación de personal.


Un satélite social

La explotación de las telecomunicaciones para apoyar al Estado y promover la inclusión social es la justificación del proyecto.

“No está orientado hacia fines comerciales, sino hacia la prestación de un servicio a comunidades que nunca han gozado de un sistema de comunicación moderno”.

Así lo subraya el gerente técnico de la Abae, Rodolfo Navarro, quien asegura que el citadino que tiene su conectividad garantizada, gracias a infraestructuras que ya existen desde hace años, no notará el impacto directamente.

“Es de carácter meramente social, los beneficiados serán quienes nunca han tenido la posibilidad”, sostiene.

Navarro explica que comunidades aisladas que no contaban con servicios de cableado eléctrico o fibra óptica serán favorecidas a través del enlace satelital, y detalla cómo a través de la simple instalación de una parabólica poblaciones hasta ahora incomunicadas contarán con líneas telefónicas.

Entre las utilidades que se le dará al satélite Simón Bolívar destacan los planes de Teleducación Telemedicina, dirigidos a brindar orientación educativa y asistencia médica a comunidades alejadas de los centros poblados.

“Comunidades indígenas, por ejemplo, podrán recibir clases a distancia o bien solicitar medicamentos, servicio de ambulancias aéreas o fluviales, consultas médicas, entre otras opciones”, ilustró.

Asimismo, Infocentros y Centros Bolivarianos de Informática y Telemática (Cebit) se verán beneficiados, puesto que muchos de estos módulos ya se encuentran desplegados en diversos rincones de Venezuela pero no cuentan con la conectividad necesaria para operar.

En virtud de la versatilidad del satélite y los múltiples campos de acción que abarca, Navarro enfatiza que no es Abae, de manera exclusiva, quien desarrollará los proyectos.

“Nosotros prestamos el servicio, ponemos a disposición el enlace e incluso tenemos pilotos de muestra de lo que se puede hacer y su impacto en las comunidades, pero hace falta trabajar mancomunadamente con organismos aliados como los ministerios de Salud, Educación, Educación Superior, Infraestructura, entre otros, así como la Compañía Anónima Nacional Teléfonos de Venezuela (Cantv), encargada de facilitar los equipos terminales que recibirán la señal”, puntualiza.


Por la integración latinoamericana

Rodolfo Navarro explica que para el satélite Simón Bolívar se ha escogido una órbita geoestacionaria, es decir, un sector del espacio posicionado siempre sobre el mismo punto del globo terráqueo desde donde el dispositivo gira a la misma velocidad angular de la Tierra.

Sin embargo, dicha órbita pertenece a Uruguay y fue mediante convenio con Venezuela que pudo llegarse al acuerdo de ocuparla con el satélite, siempre y cuando ambos países puedan utilizarlo.

“Nosotros corríamos con todos los gastos de instalación de las dos plataformas terrenas -una en Guárico y otra en Bolívar-, la capacitación del personal y el desarrollo del satélite como tal, mientras ellos nos ceden esta órbita y disfrutan de hasta el 10% de la capacidad comunicacional del Simón Bolívar”, detalla.

Adicionalmente, existe un gran espacio del globo que es cubierto por el satélite, denominado “huella”. En ese sentido, no sólo Uruguay podrá gozar de los beneficios, sino también toda la región que abarca dicha huella: El Caribe, Centroamérica y el norte de Suramérica.

“Todo ese territorio está cubierto, pero recordemos que se requieren los equipos receptores y, naturalmente, acuerdos previos con Venezuela”, señala.

El representante de la Abae explica que para estas naciones es indispensable la negociación y, sobre todo, la demostración de que efectivamente se necesita del enlace satelital. Por otra parte, la finalidad ha de ser siempre social.

Si bien todos los casos necesitan una solicitud previa, la diferencia entre Uruguay y el resto de los países latinoamericanos beneficiados reside en que el primero tiene adquirido ya su derecho, mientras que los demás tienen que conseguirlo y justificarlo.

“Es un gran paso para la integración latinoamericana, tenemos garantizadas no sólo las comunicaciones internas sino también entre pueblos hermanos en tiempo real y sin pagarle a prestadores de servicio satelital foráneos”, sostuvo.


Próxima meta: Observación de la Tierra

Diez días hacen falta para que el satélite, una vez lanzado, se posicione en el sitio exacto. Posteriormente, se desarrollarán una serie de mecanismos de seguridad y pruebas de comunicación, proceso necesario para que el satélite Simón Bolívar, aproximadamente en febrero próximo, esté totalmente operativo.

En unos 15 años su vida útil finalizará, pero su descenso dirigido a la Tierra ya está previsto, contribuyendo en el rescate de la chatarra tecnológica al que ha exhortado la Organización de Naciones Unidas (ONU). Y es que menos de mil satélites, de 5 mil 500 lanzados al espacio, funcionan. El resto es basura espacial.

Sin embargo, este no será el único logro espacial de Venezuela. Hay muchos otros satélites en los que el Estado trabajará a futuro, entre ellos, uno de observación de la Tierra, previsto para el año 2013. En esa oportunidad se aspira a que el ensamblaje sea en Venezuela con recurso humano criollo.

En adelante, se contempla la construcción y lanzamiento de satélites de vigilancia; para visualizar petróleo, minerales y sembradíos; para control de tala y quema; para supervisión de crecimiento urbano y poblacional, entre otros fines de seguridad del Estado.

“El satélite Simón Bolívar está orientado a las telecomunicaciones, pero son múltiples los fines que pueden darse a estas herramientas tecnológicas, y en eso iremos trabajando, en proyectos pensados en otras áreas de desempeño”, enfatiza Rodolfo Navarro.

En esa dirección, asegura que éste constituye sólo el primer paso en soberanía de telecomunicaciones y en la integración latinoamericana, al tiempo que califica esta etapa inicial de crecimiento tecnológico como “cuantiosa”.

“Nos ponemos a la altura del club de los 62 países que de alguna u otra forma hacen actividad espacial. Nos falta mucho para ser los primeros pero vamos en ese camino. Podemos afirmar que somos el país con el más rápido desarrollo en materia satelital”, sentenció.

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